viernes, 10 de abril de 2009
Ahora que la Semana Santa de este año 2009 está llegando a su fin, muchos probablemente estén haciendo ya un balance de ella y de todos los momentos acontecidos durante estos días. Aunque es natural, y diríamos inevitable, pensar que para nuestros jóvenes (y no tan jóvenes) amigos y amigas de la música uno de los instantes clave de estas vacaciones ha sido el concierto del Viernes de Dolores en el Centro "Río de la Miel".
No solo para ellos y ellas, sino también para sus familiares y amigos que a lo largo de este segundo trimestre escolar les han brindado todo su apoyo incondicional y les han animado día tras día, semana tras semana y ensayo tras ensayo para que las actuaciones que han protagonizado hayan sido, no diremos inmejorables, pero sí, desde luego, inolvidables.
El concierto del día 3 de abril nos hizo disfrutar con obras sacras, tradicionales y marchas procesionales que emocionaron y al mismo tiempo hicieron sonreír a un público entregado, que no dudó en levantarse de sus asientos para aplaudir con ilusión y agradecimiento al término de más de una obra, llegando a pedir no uno sino hasta dos bises al final.
Nuestros amigos y amigas de la música nos deleitaron con la solemnidad de las Ocho Saetas del Silencio (una de las obras preferidas por todos ellos durante los conciertos de la Semana Santa del pasado año, con las que han demostrado que su evolución no sólo es constante sino también evidente); la sobriedad de Ave Verum Corpus, magnífica obra de Mozart que este año nos interpretaron por primera vez; las marchas procesionales de Abel Moreno, como Al Señor de Sevilla y, cómo no, La Madrugá, cuyas notas sonaron en aquel auditorio del Edificio Kursaal de modo espectacular; hasta una obra perteneciente a un antiguo salmo y que muchos conocen como la "última pieza musical que se interpretó a bordo del Titanic", Más Cerca de Ti, Señor, que nos transmitió gran quietud y recogimiento; Romanza del Concertino, de Bacarisse, que hizo brotar lágrimas de emoción de los rostros de los espectadores y que resultó ser la favorita para muchos, entre ellos don Patricio González, el director del área de Relaciones con el Norte de Marruecos de la Fundación "Dos Orillas", que nos brindó la magnífica oportunidad de ofrecer este concierto y que, al finalizar la actuación, les ofreció a todos los músicos y a su director una invitación para volver en futuras ocasiones al auditorio del Edificio Kursaal y seguir agradándonos con sus obras.
Pero, sin duda, la obra más entrañable y mejor recordada, especialmente por los músicos, fue Pasan los Campanilleros, una de las preferidas de los niños. Todos hemos oído esta obra al menos una vez en nuestra vida en una procesión de Semana Santa interpretada por una banda de música... pero seguro que muy pocos habíamos oído una versión tan agradable como la que estos niños y niñas nos regalaron a través de sus instrumentos y sus sentidos; y podía verse cómo sus sones iban poco a poco calando en los corazones de los allí presentes, que seguían el compás con la cabeza, los brazos y ¡ los pies.
Aquella fue, en definitiva, una tarde muy especial en la que, tal y como los redactores del periódico Europa Sur publicaron, "la Orquesta Sinfónica 'Amigos de la Música' brilló en el Kursaal"... Pero, coincidiremos todos en que lo que más brilló fueron, indudablemente, las sonrisas de satisfacción y alegría de todos nuestros queridos músicos y su director.
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